”La rebelión del 4 de Febrero era una necesidad histórica; Venezuela
no tenía salida, había que sacudir a la patria, solo por la vía de la
revolución podíamos salir del abismo en el que estábamos”, (Hugo Chávez 4
de febrero de 2005)
teniente coronel, Hugo Chávez Frías |
La
madrugada del 4 de febrero de 1992, el país se levantó en medio de una
rebelión de militares patriotas, liderizados por el teniente coronel,
Hugo Chávez Frías, quien en su intento por dar un frenazo al colapso en
el que las clases dominantes habían sumergido al país, revivió la
esperanza maltratada de nuestro pueblo en su lucha por la emancipación y
la construcción de una sociedad más justa.
Imagen cortecia del Partido Socialista Unido de Venezuela |
En esta rebelión participaron 5
tenientes coroneles como cabezas visibles del movimiento, seguidos de 14
mayores, 54 capitanes, 67 subtenientes, 65 suboficiales, 101 sargentos
de tropa y 2.056 soldados alistados, así como grupos civiles de
izquierda. Los participantes, pertenecientes a 10 batallones que
formaban parte de las guarniciones militares de los estados Aragua,
Carabobo, Miranda, Zulia y el Distrito Federal, fueron dirigidos por los
jóvenes oficiales encabezados por Hugo Chávez y Francisco Arias
Cárdenas, así como también Yoel Acosta Chirinos, Jesús Urdaneta y Miguel
Ortiz Contreras.
Estos militares patriotas se
identificaron como El Movimiento Bolivariano Revolucionario 200
(MBR-200), movimiento político fundado a lo interno de las fuerzas
armadas en 1983 bajo el pensamiento de Bolívar, Simón Rodríguez y
Zamora. Este movimiento fue el pionero del 4-F; confirmando las reservas
morales de nuestro ejército no subordinado a Imperio alguno, a la
aristocracia Adeco-Copeyana, y leal e identificado con los intereses de
nuestro pueblo.
Antecedentes:
A finales de los 70, en torno a tres
líderes militares, Hugo Chávez Frías, Francisco Arias Cárdenas
(Ejército) y William Izarra (Aviación), se forman grupos o “logias”
militares separadas que empezarán a colaborar y encontrarse entre sí,
progresivamente.
Un factor fundamental en la
radicalización de estos militares, especialmente de Chávez e Izarra, es
la influencia del PRV (Partido de la Revolución Venezolana), dividido
del Partido Comunista y dirigido por el guerrillero Douglas Bravo, en el
que militaba Adán Chávez, hermano del futuro comandante, quien se
convierte en su enlace con esa organización, aunque otros militares y
civiles también cumplían la misma función.
Para principios de los 80, la actividad
organizativa y conspirativa dentro de las Fuerzas Armadas es extensa,
abarcando a veces grupos de más de ochenta oficiales, altamente
organizados en círculos, protegidos por seudónimos y otros mecanismos de
seguridad. En ese contexto, William Izarra fundará, primero, el ER-83 y
luego ARMA, mientras que Hugo Chávez organizará el Comité de Militares
Bolivarianos, Patrióticos y Revolucionarios y el Ejército Bolivariano
Revolucionario, movimientos que más adelante se convertirán en el
MBR-200, cuyos miembros harán el legendario juramento en el Samán de
Güere, en 1983.
A medida que avanzaba la década, estas
tramas conspirativas se extendían dentro y fuera del mundo militar,
ramificándose entre ciertas organizaciones de izquierda, consolidándose a
medida que sus dirigentes avanzaban en la jerarquía militar. Pero no
todos estaban de acuerdo con sus principios políticos, y algunos eran de
carácter más bien reaccionario: todavía es objeto de especulaciones el
tema de cuántas conspiraciones más existieron y si estas involucraban
oficiales de alto nivel, especialmente generales como Ítalo del Valle
Alliegro, ministro de la Defensa de Carlos Andrés Pérez, e importantes
figuras políticas, como Arturo Sosa, quien fuera más adelante rector de
la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). En 1993-94 se hablaría
incesantemente de un golpe de derecha, cuyos responsables estaban, al
parecer, en el Alto Mando Militar.
Pero sea como sea, la insurgencia de
febrero de 1992 fue protagonizada por los llamados COMACATES:
Comandantes, Capitanes y Tenientes, es decir, oficiales de mediana
graduación, y hegemonizada por un proyecto nacionalista y
revolucionario, que sería el resultado de la colaboración de más de una
década entre la izquierda civil y militar.
Durante el gobierno de Jaime Lusinchi
(1984-1989) se experimentó por última vez con el modelo de capitalismo
de Estado vigente en las décadas anteriores, pero la corrupción, la
disminución del nivel de vida y la represión social y política se
incrementaron.
Matanzas como la de El Amparo y Yumare
demostraron el poder de fuerzas especiales y paramilitares como la Disip
y el Cejap, mientras la corrupción llegaba a niveles nunca vistos.En
las elecciones de 1988 se impuso Carlos Andrés Pérez. Apenas tomado el
poder, éste decretó un paquete de medidas económicas de impacto
fulminante sobre la población, sobre todo, el aumento de la gasolina,
que hizo estallar la insurgencia popular del 27 de febrero de 1989.
El surgimiento de nuevas organizaciones
populares de base, la elección directa de alcaldes y gobernadores, y el
distanciamiento de grandes grupos mediáticos como el 1BC y El Nacional
de los partidos tradicionales, marcó el inicio de una crisis hegemónica,
como no se veía desde los años 60, con la gobernabilidad completamente
destruida por las luchas populares. La represión a la insurgencia del 27
de febrero fue seguida por luchas sociales de base que se extendieron
ininterrumpidamente hasta 1993.
El 4 de Febrero:
La llamada Operación Zamora se
escenificó en la zona centro-occidental de Venezuela, en los estados
Aragua, Carabobo, Miranda, Zulia y el Distrito Federal (actual Distrito
Capital), desde las 3:00 pm del 3 de febrero de 1992, hasta
aproximadamente las 3:30 pm del día siguiente. Alrededor de 2.300
efectivos militares –300 oficiales y un poco más de 2.000 soldados que
portaban una banda tricolor en el brazo– fueron movilizados para
deponer al entonces presidente Carlos Andrés Pérez, que regresaba del
foro económico de Davos.
El eje del movimiento insurgente fue el
entonces Distrito Federal (actual Distrito Capital), donde se concentran
tradicionalmente los poderes públicos del país. Allí, desde las 11:00
pm del 3 de febrero, se escenificaron los enfrentamientos más intensos.
La base de operaciones del movimiento
insurgente, comandados por el entonces Teniente Coronel Hugo Chávez
Frías, estaba en el Museo Militar, en el 23 de Enero (Actual Cuartel de
la Montaña).
Los principales puntos estratégicos de
la capital, que sirvieron de escenario para las operaciones, fueron: la
Residencia Presidencial La Casona, el Palacio de Miraflores, el Fuerte
Tiuna, las Comandancias Generales del Ejército y la Armada, el Comando
Regional número 5, el Comando de Seguridad Urbana de la Guardia
Nacional, la sede de la Disip en el Helicoide, la sede de la Comandancia
de la Policía Metropolitana en Cotiza, la sede de Venezolana de
Televisión en los Ruíces y la Base Aérea Francisco de Miranda.
Una combinación de suerte y la oportuna
reacción de sus ministros salvaron a Carlos Andrés Pérez de la captura y
el derrocamiento. A su regreso de Suiza, fue recibido en el aeropuerto
por el Ministro de la Defensa, general Fernando Ochoa Antich, y el
Ministro de Interiores, Virgilio Ávila Vivas. Ya en la residencia
presidencial, Pérez decidió trasladarse al Palacio de Miraflores tras
una llamada de Ochoa Antich, quien le informó de la insurgencia en el
Zulia. Gracias a esa súbita decisión logró evadir a los insurgentes,
quienes estuvieron a pocos minutos de capturarlo.
En consecuencia, a la medianoche, varios
tanques y una unidad de paracaidistas intentaron tomar el Palacio de
Miraflores. Pérez escapó nuevamente, esta vez hacia la sede de
Venevisión, canal de televisión propiedad de su socio de décadas,
Gustavo Cisneros. Desde allí condenó la rebelión, cerca de la 1:00 de la
madrugada del 4 de Febrero.
La Rebelión en el Zulia:
Francisco Arias Cárdenas, comandante del
grupo de artillería misilística “José Tadeo Monagas”, tomó a medianoche
la casa del dirigente copeyano Oswaldo Álvarez Paz, gobernador del
estado Zulia y se proclamó gobernador militar de la región, comunicando a
través de la radio los motivos y razones de la insurgencia.
Entre los principales puntos tomados en
la región estaban: el puente sobre el Lago de Maracaibo, el Cuartel
Libertador, los Destacamentos 33 y 35 de la Guardia Nacional, el Cuartel
de Patrulleros de la Policía del Estado, la sede de la Disip,
instalaciones petroleras de la Costa Oriental del Lago, y el canal 2 de
televisión.
La rebelión en Aragua y Carabobo:
En Maracay, al mando del Teniente
Coronel Jesús Urdaneta Hernández y del Teniente Coronel Jesús Ortiz
Contreras, se sublevaron 3 batallones de la 41ª Brigada de Infantería
Paracaidista, el Batallón “García de Sena” y el Batallón de Cazadores
“General Vásquez”. Los combates de mayor intensidad ocurrieron en el
Cuartel Páez, a dos cuadras del Palacio de Gobierno, en el Cuartel La
Placera y en la base Libertador. Los rebeldes no lograron tomar la base
ni apropiarse de los aviones.
En la guarnición de Valencia se
movilizaron el Batallón Blindado “Pedro León Torres”, el grupo de
Artillería de Campaña Lara, el batallón de apoyo “José G. Lugo”, la
Compañía de Comunicaciones y una Compañía de Honor. Durante unas 15
horas, los “insurrectos” como fueron llamados, tomaron puntos
estratégicos como el Comando Regional Nº 2 de la Guardia Nacional.
Rendición y desmovilización:
La sangrienta retoma del Palacio de
Miraflores por parte de tropas del gobierno, a las 4:00 am, y el escape
de Pérez, determinaron el fracaso de la operación, cuyo eje era la toma
del centro del poder político.
En la mayor parte del país, incluso en
Caracas y sus alrededores, existía una gran confusión informativa y los
rebeldes no tenían forma de comunicarse con la población en general; las
únicas informaciones disponibles venían del gobierno y de las
televisoras privadas.
Para evitar un desenlace sangriento,
como los ocurridos décadas atrás en Barcelona y Carúpano, se entregó el
líder de la operación, el Teniente Coronel Hugo Chávez Frías. Pero la
derrota militar se convirtió en una histórica victoria política de corto
y largo plazo. El mismo 4F, y como parte de las condiciones de la
rendición, se transmitió un mensaje de Hugo Chávez, cuyo propósito era
reconocer el fracaso del movimiento insurgente y desmovilizar las
fuerzas del Zulia, Aragua y Carabobo, a fin de evitar un mayor
derramamiento de sangre. Pero al darle la libertad al líder de la
insurgencia para expresarse sin que sus palabras fueran previamente
grabadas y editadas, éste dio un mensaje de importantes consecuencias
políticas. Saludó con calma a los venezolanos, se identificó como “el
Comandante Chávez”, felicitó en los mejores términos a sus subordinados,
reconoció la derrota “por ahora” del movimiento rebelde, asumió su
responsabilidad en el alzamiento, se refirió a la posibilidad de “nuevas
situaciones” para encaminar al país a un futuro mejor y entró en el
imaginario colectivo presentando su insurgencia como bolivariana, es
decir bajo los principios del Libertador Simón Bolívar.
“En primer lugar quiero dar los buenos
días a todo el pueblo de Venezuela” (…) “Compañeros: lamentablemente,
por ahora, los objetivos que nos planteamos no fueron logrados en la
ciudad capital; es decir, nosotros aquí en Caracas no logramos controlar
el poder” (…) “vendrán nuevas situaciones. El país tiene que enrumbarse
definitivamente hacia un camino mejor”.
De esta manera se convirtió, en pocos
segundos, en el rostro y la voz más conocida de Venezuela en las dos
décadas siguientes y quedó en evidencia que el “liderazgo” político y
militar Puntofijista cometió uno de los errores políticos más
importantes de la historia moderna de Venezuela.
Por Ahora y para siempre:
Con su famoso “Por Ahora”, Venezuela y
el mundo se enteraban de la existencia del comandante Chávez, de
militares patriotas que revivían las esperanzas frustradas de nuestro
pueblo y que planteaban una posibilidad real de salir del anacronismo en
el que habían sumergido al país el bipartidismo apátrida y
pro-imperialista.
Lo que al principio pareció ser un
frustrado alzamiento militar contra un desgastado presidente
entreguista, rápidamente se transformó en la ruptura del pueblo frente
al corrupto y represivo bipartidismo burgués. Entonces, consumada la
deslegitimación del viejo sistema, nunca más las organizaciones del
Pacto de Punto Fijo (AD y Copei) pudieron monopolizar las ilusiones de
las masas ni la estafa electoral de cada cinco años, en ese aberrado
sistema, llamado “democracia representativa”.
Tras asumir su responsabilidad ante una
clase política que siempre se ha lavado las manos, Chávez fue
encarcelado por la misma legalidad burguesa que en 1989 había exculpado a
los que ordenaron acribillar a miles de compatriotas indignados por las
medidas económicas del Fondo Monetario Internacional. Aunque más tarde
la aristocracia buscó su reacomodo mediante la promoción de un veterano
dirigente y sus nuevos aliados (chiripero) nada pudo detener el
contundente triunfo patriótico de las fuerzas Bolivarianas en 1998.
A partir del 04 de febrero de 1992, la
construcción de la nueva sociedad venezolana dejó de ser una utopía para
convertirse en una necesidad posible, con sujetos y un liderazgo claro
capaz de motorizar este proceso, el 4 de febrero representa el chispazo
que nos fortaleció como pueblo y que nos enrumbó en la lucha por el
rescate de nuestra dignidad nacional.
Hoy seguimos construyendo la epopeya
iniciada en aquellos días, junto a militares que se han hecho pueblo y
junto a un pueblo que alzado en su rebeldía y en la irrenunciable
determinación de ser libre, y bajo el liderazgo indiscutible de nuestro
comandante Chávez, ejemplo de dignidad, constancia y patriotismo.
Rendimos homenaje a los héroes y
mártires de aquel 4 de Febrero y ratificamos nuestro compromiso de que
POR AHORA y para Siempre, seguimos con Chávez, firmes con su legado y en
apoyo rotundo a su continuador, el Comandante Obrero Nicolás Maduro.
Texto Silvestre Montilla
Fuentes:
- Chávez Hugo, Senderos de la vía bolivariana, Ediciones de la presidencia de la República, Caracas 2007.
- Izarra Wilian, Para comprender la Revolución Bolivariana, Ediciones de la presidencia de la República, Caracas 2004.
- Artículo de Jesús Manuel Silva, vigésimo aniversario del 4-F publicado en Caracas en el 2012.
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