Santa Marta, Colombia, 1:00 de la tarde
del 17 de diciembre de 1830 se apagó la vida del hombre más grande de
América: Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios
Blanco.
“Murió el sol de Colombia, sus rayos
bienhechores dejan ya de alumbrar a esta tierra desgraciada, murió el
padre de la Patria, el ilustre Bolívar, y cien años de luto no serán
suficientes a demostrarle toda nuestra gratitud, todo nuestro amor, todo
nuestro agradecimiento. Soldados vosotros sabéis lo que ha perdido
Colombia en su Libertador: Un padre amoroso, un soldado fiel, un sabio
magistrado, el mejor protector de la humanidad”, así anunció el general
Ignacio Luque, comandante de armas de la Plaza de Cartagena, la nefasta
noticia.
El genio militar que liberó a cinco
naciones de la corona española perdió a los 47 años de edad la batalla
contra la grave enfermedad pulmonar que lo aquejaba. Bolívar quebrantado
de salud, traicionado y decepcionado por el fracaso de la Gran
Colombia, renunció a la Presidencia el 27 de abril 1830, luego partió a
Bogotá, de allí pasó a Cartagena y finalmente llegó a Santa Marta el 1°
de diciembre de 1830 donde el hidalgo español Joaquín de Mier lo hospedó
en su quinta San Pedro Alejandrino.
Bolívar exhaló su último suspiro con la
ropa raída y rodeado de pocos amigos, entre ellos el general José
Laurencio Silva, quien dio una de sus camisas para la mortaja del
Libertador.
Sus restos fueron sepultados en la
Catedral de Santa Marta, Colombia, donde permanecieron hasta el 20 de
noviembre de 1842 cuando fueron exhumados para enviarlos a Caracas.
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